jueves, 5 de julio de 2012

LA PASTILLA

Abran, "El poeta maldito", finalmente llega a una sucia y pequeña habitación de un viejo departamento en La Victoria. Desde aquel tercer piso del lugar, éste tiene una cita con un misterioso personaje llamado Tito "El predicador", quien siempre ha estado buscando a Abran creyéndolo El Elegido. La cita se da a las nueve y Abran se encuentra sentado en un polvoriento sillón rojo junto a una mesa de noche, sentado al frente de Tito "El Predicador", vestido con una guayabera blanca y cruzado de manos reflexionando gravemente. Luego Tito se para y, cruzando los brazos en la espalda, camina silencioso alrededor de la habitación. Abran, callado, espera con extrañeza y ansias que comience el diálogo. "El predicador" no le quita la solemne mirada a su invitado, mientras empieza a decir estas metafóricas palabras. 

Tito: Me imagino que...te has de estar sintiendo como Alicia en el País de la maravillas, cayéndote por el hoyo del conejo.
Abran: Se puede decir.
Tito: Se te nota en los ojos. Tienes la mirada de un hombre que acepta lo que ve porque está esperando despertar. Irónicamente es bastante cierto.  
Abran: ...
Tito: ¿Crees en el destino, Abran? 
Abran: No 
Tito: ¿Por qué no?
Abran: Porque según el existencialismo, el hombre en su acción se define a sí mismo. No me gusta la idea de no controlar mi vida
T: Sé exactamente de qué estas hablando.

("El predicador" toma asiento y sigue con su discurso)

T: Déjame decirte por qué estás aquí. Estás aquí porque sabes algo. No puedes explicar ese algo, pero lo sientes. Lo sientes y lo has soñado toda tu vida. Esta ciudad tiene algo raro. No sabes qué es, pero ahí está, como una astilla en tu mente. Volviéndote loco. Es está sensación la que te ha traido hasta mí.
A: ...
T: ¿Sabes de qué estoy hablando? 
A: ...¿Los...Los Campos Elíseos?
T: ¿Quieres saber...lo que es?
A:Sí.
T: Los Campos Elíseos está en todos lados, alrededor de nosotros. Aún aquí, en este mismo cuarto. Está cuando miras por la ventana o enciendes el televisor. Puedes sentirla cuando vas a estudiar, cuando vas a un concierto o escribes una canción. Pero está ciudad que te han puesto sobre los ojos ha hecho que seas ciego a la verdad.
A: ...¿Cuál verdad?
T: Que eres un esclavo, Abran. Como todos naciste para ser esclavo. Naciste en esta ciudad donde en realidad no puedes oler, probar ni tocar. Una prisión para tu existencia. 
A ...

(Tito, "El predicador" se da unos segundos para tomar aliento. Luego, prosigue con su alegoría) 

T: Desafortunadamente, no a todos se le puede decir lo que son Los Campos Elíseos. Necesitas verlo con tus propios ojos. 

(Tito saca de su bolsillo una pequeña caja metálica la cual contiene dos pastillas: una roja y otra azul. En la mesa de noche hay un vaso con agua a la mitad. Luego, desde su asiento, "El predicador" se acerca a Abran, quien hasta el momento está sumamente confundido y temeroso por tal revelación, y le muestra las pastillas. Le explica pausadamente) 

T: Esta es tu última oportunidad. Después ya no puedes echarte atrás. Si te tomas la pastilla roja, la historia acaba, despiertas en tu cama y crees lo que quieras creer. Si tomas la azul, te quedas en el País de las maravillas y te enseño qué tan profundo es el hoyo.
A: ...
(Mil cosas pasan por la mente del confundido Abran. No sabe cómo se metio en este embrollo, por qué es que lo buscan ni sabe qué decir. Finalmente, extiende su mano y va a coger una de las pastillas)
T: Recuerda...
A: ...
T: ...sólo te estoy ofreciendo la verdad. Nada más. 
 (Coge la pastilla azul, se la mete a la boca y toma el vaso con agua. Tito "El predicador" sonríe. Todo está consumado...)

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